Pollo's conquered lands


Ver Superpollo around the world en un mapa más grande

Thursday, September 15, 2011

Mexico - Volumen II

03/04/11 – 23/04/11


…A cientos de Kilómetros del mar Caribe, otra bonita puesta de sol se desvanecía por el horizonte de un gigante océano, que enfurecía por momentos mostrando sus olas de incontrolable bravura. Mientras, cinco aventureros  de gran coraje y valentía, cabalgaban desde las tranquilas playas de aguas turquesas, incómodos y cansados en su antiguo carruaje, esperando llegar sanos y salvos a las costas del que sería su destino final en su larga travesía  Mesoamericana, el océano pacífico.







Y ahora que la bonita y poética introducción terminó, me dejaré de tonterías y remarcaré que describirnos como “cinco aventureros de gran coraje y valentía” es poco correcto, pues debería haber dicho ¡“cinco mochileros de gran trasero y majadería”! Y es que el más liviano de nosotros debía pesar unos 80 Kg, medir 185 cm y de locura… ¡diría que estábamos todos igual de mal!
La diferencia de talla con la media mexicana era más que apreciable…


Unos 80 kg por persona, 15 kg por mochila y los 100 extra de las pesas de Berni parecía demasiada carga para un antiguo “carruaje” Jeep del año 1980 que, a decir verdad, ya no estaba para afrontar demasiadas aventuras.


Y así lo manifestó cuando pusimos la máquina a prueba, subiendo por una interminable carretera de curvas montañosas perdida en algún lugar de Chiapas. Ahí fue cuando la bala roja dijo basta, se paró, se rindió y, aunque parezca extraño, debo reconocer que yo en parte me alegré. No es que deseara que la furgoneta fuera jubilada, sino que, después de meses recorriendo mundo y viviendo aventuras, me siento aficionado a los problemas. Y es que he aprendido que siempre que aparece uno, de un modo u otro se acaba solucionando y acaba por ser una experiencia única e irrepetible que pasa a ser de lo más memorable del viaje.


Los héroes Berni y Neils se fueron al pueblo más cercano a buscar ayuda y Tim, Fabio y yo nos quedamos merodeando las cercanías del sitio, inspeccionando el lugar por si tocaba pasar allí más horas de las esperadas. Descubrimos que en caso de tener que pasar la noche al raso, podríamos mantener la higiene, ya que muy cerca teníamos un baño exterior con vistas al monte y ambientador de montaña natural, un lujazo.


Pero no hubo necesidad de usar el íntimo baño, ya que los valientes héroes volvieron con un mecánico y, tras comprobar que todo fue una falsa alarma debido al sobrepeso, arrancamos la veloz camioneta y ¡nos pusimos otra vez a rocanrolear la Highway to Hell!


La bala roja no falló y conseguimos llegar a San Cristóbal de las Casas, un bonito pueblo de arquitectura colonial considerado la capital cultural y turística del estado de Chiapas, con un clima bastante frío y con ciertas rarezas como farmacias vendiendo tabaco junto a los parches para dejar de fumar. ¡Menudo vicio!



Primera parada y, como celebración, primera fiesta del “Pueblow Magicow team”. Salimos tan solo a cenar, pero el siempre peligroso Berni nos quiso enseñar como tomar “banderitas” (tequila, jugo de limón y jugo de tomate) y a partir de aquí la noche se volvió laaaaarga y confuuuusa hasta el punto de acabar a altas horas de la madrugada, bien “tomates” y ¡casi sin poder pasar por la puerta de la habitación!



Con muy pocas horas de descanso y la cabeza como un bombo, nos despertamos al día siguiente para ir hacia el cercano “Cañón del Sumidero”, un bonito paraje natural que se debería disfrutar en plenas facultades y no resacosos  y soñolientos como íbamos. Pero como nuestro estado era lamentable y ya no había marcha atrás, decidimos solucionar el problema tal como lo habíamos causado, por lo que paramos en una gasolinera y compramos unos cuantos litros de cerveza sol.


De sol a sol, de corona a corona, el cansancio fue desapareciendo ¡hasta el punto de llegar a ver felices chihuahuas sonrientes en medio de tanta cerveza!


La magia del “Pueblo Mágicow” team resurgía por momentos, pues parecía que recuperábamos la energía que nos caracterizaba, quizás también debido a la magia del entorno, un bello congosto de gigantes paredes de hasta 1000 m. envolviendo un rio de color verdoso espectacular.


Pero para que engañarnos, las “banderitas” habían causado demasiado daño a la cuadrilla y estábamos tan hechos polvo que, pasado un rato, ¡incluso a nuestro querido coronel le costaba mantener la cabeza a flote!


Por suerte el wey era una maquina al volante y después de un breve reposo, le echó huevos, levantó cabeza y nos condujo a salvo hasta nuestro destino final en el Pacífico: Puerto Escondido!



Si el rollito en Cancún, a cientos de km al otro lado de la península, era el contrario a lo que quería, Puerto Escondido era exactamente el que buscaba. Ambiente mochilero y surfero, precios razonables y bonitas puestas de sol reflejándose en las salvajes olas del Pacifico.


Llegamos cuando era semana santa, por lo que el pueblo estaba a rebosar de turistas, especialmente mexicanos. Nos corrimos alguna juerga hasta que unos días después, llego la hora de dividir el grupo. Primero fue Neils, quien después de 8 meses de viaje por Sudamérica, abandono su última tripulación y se embarcó en el duro viaje de regreso a casa, Holanda.


Los 4 restantes nos fuimos a pasar los últimos días en un camping un poco apartado del centro de Puerto Escondido, donde básicamente no hacíamos más que ejercicio durante el día en la playa y tomar cervezas junto a nuestro amigo Wongzilla en la mesa por la noche (no explicaré quien o que era Wongzilla, eso es secreto del “Pueblow Magicow team” :) )


También vimos el partido Madrid Barca de ida de la Champions league, de cuyo resultado sí que me acuerdo: un 0 a 2 que le daba al Barça un pie para la final, una patada en el culo al asqueroso de Mourinho, ¡y una explosión de alegría a mi persona!


Pero esa fue la última alegría que compartí con mis compañeros alemanes, ya que el maravilloso “dream team” se tuvo que dividir después de vivir de los mejores días en mi etapa Mexicana. Toda una penita…

 
Así que volvíamos a quedarnos Berni y yo solos, como un buen matrimonio, y con ese insensato plan inicial (ya casi olvidado) de volver cientos de kilómetros hacia atrás para hacer las cosas dejadas en el camino. Yo creo que ninguno de los dos era realmente consciente de lo lejos que estábamos, porque nuestras caras cambiaron cuando miramos el mapa y nos dimos cuenta que teníamos que volver para…¡¡¿¿Cancún??!! ¡¡Unos 1600 km nos separaban ahora de allí!! ¡Nos habíamos alejado tanto que estábamos más cerca ya de casa que de la Ribera Maya!


Mis ganas de volver para atrás eran menos que nulas y lo único que ya me interesaba era poder ir al DF para ganar un poco de dinero antes de irme para el siguiente destino, que ya lo había decidido (después del viaje, me dirigiría a Colombia, pasando unos días por Cuba para ponerme un poco en la salsa latina..). Pero pese a mis pocas ganas de aposentar mi trasero durante más casi 20 de horas en el coche, tuve que aceptar los inconvenientes de la no planificación y partir otra vez para la Ribera Maya, pues allí nos faltaba todo por visitar ya que solo habíamos visto Cancún, ciudad donde, además, Berni prometió a Barry volver para regalarle su kit de pesas.
Así que toco mentalizarse para el looping al Yucatán que había que hacer (ida y vuelta, de nuevo) y conducir un día entero hasta llegar al primer destino donde pudimos coger aire para estirar brazos y piernas: ¡Las ruinas de la ciudad de Palenque!


Este fue una importante ciudad Maya, fundada el 100 a.C. y abandonada en el siglo XVI, constituida por un sinfín de templos y palacios repartidos por el monte y por la frondosa selva de la zona, ¡que sigue ocultando un 90% de la superficie que ocupaba la ciudad!




En este sitio fue donde experimentamos lo que deben sentir los famosos cuando se mezclan con la gente normal, pues desde que entramos en el recinto, un sinfín de chicas (jóvenes y no tan jóvenes) ¡nos pedían tomarse fotos con nosotros! En Asia ya me había pasado alguna vez y allí resultaba más fácil de entender por la diferencia racial, pero en México nunca me lo hubiera esperado. Reconozco que en las primeras fotos estaba un poco cortado, pero al final aprendí de Tim y ya casi les decía si querían un autógrafo… ¡Oh yeah!


El calor en la zona era espectacular, y como cerca de las ruinas estaban las bonitas cascadas de Mi Sol Ha, cuando acabamos la visita decidimos ir y pegarnos un buen chapuzón.


En ellas descubrimos no solo la imponente cascada principal, sino también una cueva escondida donde había una cascada secreta con un manantial oculto entre las rocas. Genial baño relajante en una cueva oscura, ¡y sin ver un carajo!


Después de ese pequeño break, volvimos a cuadrar durante horas nuestros traseros en los ya acoplados asientos de nuestro amado Jeep,  para llegar esta vez a Tulum.


Tulum era muy distinto a Cancún, pues este era el Caribe como yo lo había imaginado, con playas de arena blanca, palmeras jorobadas inclinándose sobre ésta y un mar turquesa que servía de telón de fondo a una bonita postal de viaje.


Los hoteles e instalaciones turísticas, de madera y con poco hormigón estaban integradas con estilo en el ambiente, lo que suponía también que el precio no estaba integrado con mi billetera. Así pues, tocó acampar, y si no fuera porque el viento hacia que cada noche me nevara fina arena blanca por el techo de mi tienda, la verdad es que en ella estaba igual de contento que en un bungalow en primera línea de playa.



 
Tulum fue el centro de operaciones para ir a ver los puntos de interés que faltaban de la Ruta Maya, y cada mañana, después de comer unos cereales playeros, salíamos a culturizarnos. El primer sitio a visitar, las mismas ruinas de Tulum.


Estas son unas ruinas del siglo XII d.C., que se encuentran dentro del parque natural del mismo nombre y constituyeron un punto estratégico para la navegación marítima Maya. Enfrente de las costas se encuentra el segundo arrecife de coral más grande del mundo (después del de Australia…¡que también lo he visto! :)) y el edificio a primera línea de mar servía como faro para evitar que los buques mercantes colisionaran contra el mismo.




Tuvimos tiempo también para ir a bañarnos en uno de los múltiples y espectaculares cenotes de la Ribera Maya, que son unos lagos naturales formados por agua proveniente de ríos subterráneos de agua cristalina que corren por toda la zona. La transparencia del agua y su temperatura son idóneas para pasar toda una tarde haciendo el Tarzan saltando en alguno de ellos.


El último punto de interés de la Ribera Maya que visitamos fue el más famoso y una de las 7 nuevas maravillas del mundo: Chichen Itzá. Esta espectacular ciudad, construida por los Mayas el 500 d.C. fue uno de las más importantes urbes de su cultura y su principal y más famoso elemento, es la interesantísima pirámide de Kukulcán.


Esta tiene 365 escalones, representando los 365 días del año y en estos,  durante los dos días equinocciales, se proyecta la sombra de una serpiente esculpida en la escalera, descendiendo del cielo cuando se debe sembrar el maíz y subiendo cuando se debe recoger la siembra. ¡ Precisión maya!


Impresionante también es el estadio de juego de pelota, donde jugaban a ese deporte milenario que, como ya expliqué, acababa con el equipo vencedor sacrificado.


Y menos mal que esta tradición no la aplicaron los ingleses al futbol, sino ese mismo día todo el Barça habría sido exterminado por pasar a la final y... ¡haber eliminado al Real Madrid de la Champions league! (ahora que pienso, algún jugador madridista sí que intentó sacrificar a Alves…)
¡Qué gran día! Lo vimos el culé Berni y yo después de visitar Chichen, en un pueblo perdido cerca de las ruinas, en directo desde un bar donde un borracho dormía en la barra y un tipo con camiseta de Marciano for president miraba la tele con una cerveza en la mano.


Era uno de esos sitios en donde nunca esperas encontrar a alguien de tu tierra y mucho menos conocido…
Pero allí mismo fue donde pasó ooooootra de las infinitas coincidencias de mi viaje ya que, poco después de que empezara el partido, aparecieron dos chicos catalanes con quien, después de hablar un rato, ¡nos dimos cuenta que teníamos un amigo en común!! David Cortés el mazado del “Mas de las Cabras”, ¡siempre omnipresente en cualquier bar del mundo!


Y para continuar con el festival de las casualidades, después de que nos pasara esta, en playa del Carmen fue el turno a Berni quien, tomando algo por la calle, ¡se encontró un amigo del DF pasando unos días en la playa! Así pues, decidimos unir fuerzas con él y su amiga Marina y, pese a que nos estábamos estirando de más en los días marcados para el viaje, pasamos el fin de semana saliendo por esta turística, pero agradable, playa caribeña.


Y el fin de semana y el viaje se tuvo que alargar aún más, pues el domingo, justo cuando íbamos a salir ¡nos encontramos con que la furgoneta no tenía la matricula trasera! Nos habían multado por mal aparcamiento y en México, para evitar que la gente se escaquee de pagar, directamente te quitan la placa. Una cosa que podría ser un gran problema en un día rutinario a nosotros nos supuso un día más de playa y relax en el Caribe. Parecía que había algo que no quería que regresáramos aun al DF, pero la verdad es que un día más de playa caribeña tampoco estuvo mal…


El día siguiente pudimos llegar a mi amado Cancún, donde tan solo debíamos reunimos por última vez con Barry y Olga para despedimos definitivamente de ellos pero, como era ya de costumbre en nuestro viaje, los planes cambiaron, nos quedamos dos noches más de lo previsto y el Cancunismo volvió a crear tensión en el dúo viajero. No sé si sería por esa desorganización, o por el hecho de que Berni y yo parecíamos ya un matrimonio consolidado, pero el caso es que la última noche antes de volver para casa, ¡tuvimos una bronca digna de un show a lo Gran Hermano! (¡sin llegar a las manos, claro!)
Debido a eso, el día siguiente amaneció un poco amargo y, aunque la reconciliación fue pactada solo subir a la furgoneta, en ella ya había demasiada maligna negatividad dispuesta a acabar de amargar el “día maldito”…jua jua jua...


El primero de los múltiples problemas que nos ocurrieron en el viaje de vuelta a casa (solo explicare los más singulares, pero hubieron más) sucedió cuando llevábamos unas pocas horas de viaje. Como un buen matrimonio con ganas de reconciliarse, Berni y yo estábamos haciendo un esfuerzo para romper el hielo y llegar a conversar más de 4 palabras cuando, de repente, algo pasó, él calló y volvió a usar y repetir tan solo una…esa maloliente palabra que uno usa cuando algo no acaba de ir del todo bien: ¡MIERDA!


No quedaba gasolina en la furgoneta y el problema era grave porque nos dimos cuenta justo cuando estábamos conduciendo por una autopista casi desértica, a largos Km. de ciudad alguna y perdida en medio de nada. Así que, en “nada” nos perdimos y yo decidí ser quien tomara la iniciativa de ir a solucionar el problema, caminando bajo un sol abrasador en dirección desconocida y con el fin de encontrar alguna gasolinera o alguien que pudiera ayudarnos. Me tosté un buen rato deambulando y preguntando a la poca gente que pasaba por la autopista, hasta que después de seguir las indicaciones de un motorista, encontré por fin una pequeña aldea; la típica y auténtica mexicana que yo estaba buscando en mi viaje, con hombres con sombrero de Cowboy y perros malolientes paseando por sus calles mal asfaltadas.

.
Fue entonces cuando se me acabó de pasar el poco enfado que me quedaba, pues recordé mi teoría aprendida sobre los problemas e imprevistos y, sabiendo que aquello acabaría en una curiosa experiencia mexicana, me dirigí a casa de un tipo que me dijeron vendía botellas de gasolina (benditas botellas de gasolina que me salvaron el culo en Bali y me salvarían en México por segunda vez, pues si no fuera por ellas, ¡aun seguiríamos tirados! Alguien debería copiar la idea en España…)
Encontré la sencilla casa del vendedor de gasolina y pese a que le desperté de la siesta en su cómoda hamaca, el gentil caballero se ofreció a llevarme con su vehículo hasta la hasta la furgoneta, donde un impaciente y acalorado Berni esperaba mi llegada con algún tipo de salvación. Sorprendido se quedó éste al ver su salvador, pues un sencillo aldeano, pedaleando y sudando sobre la bici de su hijo, apareció cruzando la autopista y cargando 3 botellas de Pepsi en el cestito junto con un turista grande y sonriente en el portaequipajes!
Después de rellenar el tanque y dar la debida propina al buen hombre, volvimos a darnos prisa para recorrer la mayor distancia posible y nos sorprendimos cuando, circulando por la autopista, vimos numerosos carteles de nuestra estimada campaña turística campechana, “Campeche, sueña despierto”.


Pero nuestro sueño de llegar sin problemas al DF parecía condenado a las fuerzas del mal y,  manifestándose en forma de fuerzas del orden y la ley, nos hicieron detener en infinitas ocasiones. Con luces y sirenas, muy “a la americana” nos paraban los policías y militares (a veces con motivo y a veces sin ellos ) pero, por suerte, pese a perder tiempo, “muy a la mexicana” lo supo resolver siempre el grandioso Berni. :)
Pudimos superar los obstáculos policiales que nos encontrábamos, pero por el contrario, no pudimos hacer lo mismo con los manifestantes que bloquearon la carretera principal que nos llevaba de vuelta a casa. ¡"Qué hueva”!. 
Nos tocó seguir perdiendo tiempo, tuvimos que dar un gran rodeo pasando por remotos pueblos para poder esquivar el bloqueo, hasta que en uno de ellos, un “pendejo” no pudo esquivarnos a nosotros mismos y provocó la verdadera “chingadería” del día. ¡¡¿Ya vale, no?!!


Fue en un peligroso cruce del pueblo de Umán, donde un motorista se estrelló contra la rueda trasera de la furgoneta, dejándola ésta intacta, pero quedándose él retorciendo de dolor en el asfalto de la calle. Se formó el típico corro de pueblerinos cotillas que solo hacían que mirar y posteriormente apareció la policía, haciéndonos dar cuenta de que eso iba a ir para largo…


Nos llevaron a comisaría y, como nos indicaron que deberíamos esperar hasta que se pusieran de acuerdo los seguros y se hiciera todo el papeleo pertinente, yo me dediqué a explorar como era una comisaría de policía de un pequeño pueblo del México profundo. Ciertamente fue muy interesante.


Había policías durmiendo en hamacas, las celdas eran las típicas de barrotes con criminales sacando los brazos por ellos y cuando un oficial me dio permiso para entrar en el baño, viví un momento de lo más surreal. En el asqueroso baño, que tenía todo el suelo mojado y embarrado, había un “wey” con cara de criminal asesino, cagando sin preocupación alguna y enfrente de otro al que solo le pude ver su peludo culo, ya que estaba de espaldas duchándose sin más. Me sentí un poco incómodo, pero de todos modos me acerque al urinario, forcé para evacuar los líquidos sin enseñar más de la cuenta, y me fui lo antes posible, pues la mirada del “caganer” no es que fuera precisamente muy agradable.


Solucionado el conflicto del accidente (Berni acabo asumiendo la culpa para no ir a juicio), nos subimos de nuevo a la furgoneta para poder llegarlo más cerca de la capital Mexicana antes de que anocheciera. Pudimos llegar hasta Córdoba donde, habiendo ya superado un difícil día de reconciliación, encontramos uno de nuestros amados burdeles para pasar otra romántica noche de matrimonio.


El día siguiente amaneció más tranquilo, con felicidad en el ambiente y sin problemas en la carretera aunque, a cuatro calles de la casa de Berni, ¡se nos paró la furgoneta! Por suerte pudimos solucionar el problema rápido y después de dos dias de viaje (uno de ellos maldito por el demonio)… ¡estábamos de vuelta al DF! De las 3 semanas inicialmente previstas para el viaje, nos habíamos estirado hasta  5, por lo que entonces solo nos quedaba una semana hasta que Berni se fuera de México para ir a vivir a la Republica Dominicana. Pese a que me ofreció la posibilidad de quedarme en su casa trabajando durante el tiempo que quisiera, yo decidí irme el mismo día que él para Cuba, pues preferí acabar de gastar mis ahorros en los pocos meses que me quedaban en mi viaje de la vuelta en mundo, en vez de quedarme instalado en solitario en la capital Mexicana.


Solo tenía una semana para encontrar algún trabajo pero, por suerte, el día después de llegar, Berni me consiguió  “chamba” por primera vez.
Fue en una promoción para degustaciones de vodka Absolut, dentro de una licorería perdida por la inmensa ciudad. Allí me vistieron con camisa corporativa y con mi pelo rubio oxigenado, poca gente creía que no era de procedencia sueca. La gente me hablaba en un español lento y vocalizado o incluso en un pobre inglés, pero, cuando les decía de donde era, se quedaban alucinando. Si es que no se si pareceré sueco, pero español desde luego no.


Aunque los combinados sí que los preparé a la española (¡bien cargaos!), pero eso no ayudo a incrementar las ventas, más bien al contrario; cuando la primera mujer que llegó me pidió un trago, yo le puse generosamente vodka como haría con un amigo, pero al ver su cara de comer limones, ¡me di cuenta que no estaba en un “botellón” con amigotes!
Por suerte para la señora y por desgracia para los borrachos, ese fue el único día que trabajé, ya que la promoción era solo en fin de semana y el siguiente me iba ya para la isla de Cuba. Un solo día de trabajo en siete meses y ni de arquitecto, sirviendo vodkas gratis ¡Menudo stress!
Los días restantes de la semana estuve actualizando el blog, fui visitar la gigantesca ciudad con Berni y también hice un tour guiado por la ciudad con las guapísimas hermanas Proa. Me llevaron a ver el Desierto de los leones, la estatua del Ángel donde Pumas celebró su título liguero ese mismo día (Goya! Cachum! Cachum! Universidaaaaaad!), e incluso el bonito barrio de Coyoacán, que tiene uno de los 1000 nombres curiosos mexicanos que me son imposibles de recordar (Cozcoacalcos, Tuxtla Gutiérrez, Ixtapa, etc. son otros ejemplos de nombres impronunciables).



Las señoritas Proa y Berni me hicieron sentir como si estuviera en casa, porque me trataron como a un rey y porque en mi opinión, pese a ser otro país, el shock cultural para un Español en Latinoamérica es muy leve, sobretodo comparado con otros sitios, como algún país asiático. Aunque parezca extraño, debo reconocer que esto para mí es un punto negativo, pues me gusta sentirme un bicho raro en la marea de gente de otra cultura, como podía pasar en India o el Sudeste Asiático. Que rarito soy.


Parecida cultura y mismo idioma, sí, pero pese a eso, ¡uno debe tener cuidado! No es muy apropiado decirle a una chica mexicana que ”se coja* un paraguas" igual que esta no debería decir a un español, ¡“se me corrieron** en el trabajo”!

*Coger: Tener actos sexuales con otra persona. Termino correcto en mexicano: Agarrar, tomar.
**Correrse: Acto de eyacular. Termino correcto en español: Moverse, desplazarse.

Después de aprender un sinfín de vocabulario mexicano que no me extenderé en explicar, hicimos una última y exquisita cena con las hermanas Proa y el hermano Berni, que vino seguido de un triste adiós, pues al día siguiente por la mañana, él se mudaba con sus dos maletas grandes como armarios para Republica Dominicana y yo me movía con mi ajetreada mochila llena de parches viajeros hacia la cercana isla de Cuba.

Ambos vuelos salían pronto por la mañana, por lo que el bondadoso padre de Berni nos llevó hasta el aeropuerto cuando aún no era ni de día, y allí fue donde hubo la emotiva despedida, de padre a hijo primero, y de hermano a hermano después.


Dieciocho años teníamos aquella vez en Barcelona cuando, junto con el jubilado Javi Ruiz, nos despedimos con la esperanzadora promesa de hacer este viaje loco por tierras mexicanas. Una promesa que yo sabía que se cumpliría, aunque por aquel entonces, yo aún conservara mi virginidad viajera...


Esta vez, con siete añazos más encima y tan virgen como una prostituta (de viajar digo...), decidí repetir la promesa con Berni, nos dijimos hasta luego y pactamos un posterior viaje a Republica Dominicana o, porque no, ¡a cualquier otra parte del mundo! Al fin y al cabo, pese a los "pequeños roces matrimoniales" del viaje, lo pasamos padríssimo y quedó demostrado que los dos seguíamos siendo como antes, igual de amigos y conservando la misma esencia aventurera de siempre. Ah pero claro, por supuesto él seguía siendo...el puto...¡el “puto” amo! :)



No comments: